No hay vuelos a las Islas Malvinas, se dispusieron sanciones para las petroleras que operan en la zona del Atlántico Sur, se canceló toda cooperación en el área de pesca. Estas fueron algunas de las medidas que adoptó la Cancillería argentina desde 2019 para dejar en la nada el acuerdo que firmaron Alan Duncan, canciller británico, y --borracho o sobrio-- el vicecanciller argentino Carlos Foradori. Mientras tanto, el exministro de Relaciones Exteriores del macrismo, Jorge Faurie, salió a la cancha a defender a Foradori, pero sosteniendo que lo que escribió Duncan en sus memorias “no fue caballeroso, fue una guachada”. No se lanzó a desmentir la negociación en la Embajada del Reino Unido en lugar de en la Cancillería, ni negó que las conversaciones se dieran en el sótano-bodega de la delegación diplomática. De todas maneras, cuando se firmó el comunicado favorable a los británicos, Faurie todavía era embajador en Francia, o sea que es un testigo de oídas.
Vuelos
Como adelantó Página/12, el acuerdo Foradori-Duncan, en materia de vuelos, no está vigente. De entrada nomás, hubo una reacción del Frente de Sindicatos Aeronáuticos Unidos denunciando que el pacto era una entrega de soberanía. Aún así, se concretaron los primeros vuelos de Latam desde San Pablo a Malvinas y el comunicado mencionaba que sólo una vez por semana debían hacer escala en Córdoba.
El gobierno del Frente de Todos (FdT), ya desde hace dos años, con Felipe Solá en la Cancillería y Daniel Filmus en la Secretaría de Malvinas, comenzó a frenar todo exigiendo que la ruta diaria pasara por el territorio argentino, ya sea por Buenos Aires, Comodoro Rivadavia o Ushuaia, y que en todos los casos fuera operado por Aerolíneas Argentinas. La cancillería británica --presionada por los isleños-- se negó rotundamente, de manera que no existe ningún vuelo. En su diario, Duncan admite que para Malvinas es imperiosa la necesidad del vínculo con el territorio continental argentino, porque de otra manera “no hay efectivas chances de desarrollo”.
Petróleo
El acuerdo Foradori-Duncan era explícitamente favorable al Reino Unido en cuanto a levantarles las restricciones a las actividades en el Atlántico Sur. Decía en concreto: “Se acordó adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos”.
El gobierno de Alberto Fernández puso en marcha sanciones administrativas contra las empresas Chrysaor Holdings y Harbour Energy, del Reino Unido, y Navitas Petroleum, con sede en Israel. Harbour, que se fusionó con Chrysaor, desistió de sus planes y Navitas siguió adelante. El 21 de abril pasado se publicaron en el Boletín Oficial las sanciones.
Pesca
La Cancillería frenó las reuniones de intercambio de información sobre recursos pesqueros dado que el Reino Unido siguió con la renovación de licencias unilaterales de pesca en las aguas que están en conflicto.
Lo mismo ocurre en la cuestión de la cooperación científica antártica. Es más, Londres registró el buque científico polar Attenborough bajo bandera de las Islas Malvinas, es decir que lo registró en el marco de un gobierno ilegítimo, no reconocido por la Argentina. La Cancillería posiblemente dé el paso de revocar la vigencia del Memorándum sobre Cooperación Científica y ya denunció todo en los organismos internacionales respectivos.
Gentleman
El excanciller Faurie se despachó contra Duncan desde un costado asombroso: “No es un gentleman, no es de caballero tratar así a alguien con quien negoció. Un diplomático de nota como Foradori no merece ser tratado de forma despectiva de borracho. En nuestros términos, fue una guachada. Los propios británicos no le van a permitir entrar a ningún club inglés porque entre caballeros no se hace eso”.
En realidad, en la Cancillería argentina ya abrieron un sumario en el que la cuestión de la borrachera no está en el centro, si no el hecho de que se haya negociado en la embajada y no en la sede de la Cancillería, en el marco de una cena totalmente inadecuada en la bodega. Hay testigos de que escenas parecidas se repitieron con otros diplomáticos y periodistas. De hecho, Faurie no cuestiona para nada las conclusiones del acuerdo Foradori-Duncan, esa era la política del macrismo, lo que cuestiona es que Duncan haya revelado entretelones del lugar y el tono de la negociación. Eso no es de gentleman.
Fuente: Página/12