El olvidado: la historia de Félix Artuso, el único argentino enterrado en las Islas Georgias
No hay manera de dimensionar tanta soledad: la tumba de Félix Oscar Artuso en las islas Georgias espera la visita de sus tres hijos. Pero para ellos es una misión imposible. Una historia de dolor, como muchas otras de los héroes y caídos en Malvinas, pero que todavía no puede cerrarse.
La historia de Félix Artuso está ligada a la Guerra de Malvinas pero no está ubicada exactamente en las islas, sino a más de 1.300 kilómetros, en las Islas Georgias, otro territorio por el que Argentina reclama soberanía.
Artuso tenía 36 años y era maquinista naval con especialidad en submarinos. Fue parte de la tripulación del submarino ARA Santa Fe que fue tomado como prisionero por la marina inglesa. Una vez que fueron capturados, la tripulación argentina debió hacer maniobras para mover el submarino hacia otra parte del puerto en donde estaba amarrado.
Félix fue el encargado de hacerlo: recibía órdenes del capitán Horacio Bicain y era vigilado por oficiales de marina británica. Por razones que nunca quedaron claras, un oficial inglés le disparó 5 tiros. Artuso murió en el acto. Según el testimonio de los que vieron la escena, el oficial inglés creyó que Artuso iba a hundir el submarino a propósito y por eso disparó. Pero también hay versiones de que Artuso no quería entregar el submarino a los ingleses y que la maniobra que intentaba era para hundirlo.
Parte de la historia de lo que pasó en las Islas Georgias está contada en el libro "Desembarco en las Georgias", del periodista Felipe Celesia. En marzo de 1982, un grupo de obreros y técnicos metalúrgicos viajó a las islas Georgias para desguazar instalaciones balleneras abandonadas.
Un grupo de ellos izó la bandera argentina y ese gesto provocó un conflicto diplomático casi contemporáneo al comienzo de la guerra.
La Armada argentina envió al grupo "Alfa", un grupo de elite comandado por el teniente Alfredo Astiz. Con la guerra ya declarada, el submarino Santa Fe viajó hasta las Islas Georgias para reforzar la posición militar en aquel territorio.
"Mi papá fue el único militar de carrera muerto siendo prisionero de guerra y como dice la convención de ginebra en el artículo 121 no se puede matar a un prisionero de guerra" explica su hija Karina, que por entonces tenía 6 años. "Cuando ocurre eso deben cumplirse todos los puntos q tiene este artículo. Los ingleses los cumplieron y es por eso que mí papá está enterrado en el cementerio de Grytviken, en las Georgias del sur. Su tumba es cuidada por el museo que también funciona en esa isla. Para llegar ahí, sólo se hace en buques turístico ya que es una excursión, ahí solo está el cementerio, una capilla y el museo".
40 años de trabas, burocracia y abandono estatal
Al drama de la guerra le siguió el drama del abandono: la familia Artuso, oriunda de Mar del Plata, lleva años haciendo gestiones para poder visitar, aunque sea por única vez, la tumba de Félix. Su esposa, Alicia, murió sin poder cumplir su sueño. Hoy son los hijos (además de Karina, Cristina y Carolina) los que empujan el reclamo.
"En el año 1998 comencé hacer pedidos a la Armada para q nos llevarán, pero la armada simplemente dijo que se habían hecho todas las negociaciones con el ministerio de relaciones y culto y que lamentablemente significaba costo, logística y tiempo". La vía oficial de gestión quedaba cancelada.
Durante el gobierno de Macri las gestiones avanzaron, pero nunca llegaron a nada. "Nos trajeron proyectos de cómo sería el viaje, en que iríamos desde Mar del Plata a Malvinas y ahí esperar un crucero que tiene parada en el cementerio. En fin, endulzaron nuestros oídos muchas veces, muchos gobiernos y en definitiva nunca fuimos".
Fue el gobierno inglés el que le dio más respuestas a Karina. "Aunque te parezca mentira, los ingleses fueron los que más me ayudaron...me liberaron el expediente de papá, cosa que la Armada me lo negaba. Son 40 años en q todo es hablar y cero actuar".
Otra opción es viajar con los cruceros privados que hacen excursiones, pero los pasajes cuestan 10 mil dólares, una cifra que los Artuso no pueden pagar.
Cada tanto, a Karina le llegan noticias de su papá: "Hace menos de un mes me contactó una oficial de la Marina Mercante, estaba al lado de la tumba de papá y me mandó fotos. A los pocos días, una guía turística de Ushuaia estuvo ahí y fue la que le pegó las placas nuevamente. Así nos enteramos como está y como la cuidan. Es gente que no conozco, pero estoy eternamente agradecida por lo que hacen", dice Karina.
Los hijos de Félix todavía conservan un reloj que era de su papá. Según pudieron reconstruir los hijos a través del testimonio de compañeros de su papá, durante el ataque que sufrió el submarino el reloj dejó de funcionar: el tiempo quedó detenido en ese 26 de abril de 1982.
Desde entonces, ese reloj detenido es una huella eterna de la historia que no pueden terminar de cerrar: "Tengo 46 años. No sé cuándo podremos ir, pero sé que mis hermanos y yo podremos dejar una flor en la tumba de mi papá. No sé si mi papá se daría cuenta que sus tres hijos están alrededor de su tumba, pero queremos hacerle sentir que no lo abandonamos, que pudimos llegar y que somos nosotros quienes le dejamos una flor".